17 diciembre, 2007

Impunidad por petróleo

El año pasado, una mujer de 19 años fue raptada y violada por siete hombres en Arabia Saudita.
Pese a ser ella la víctima, un tribunal Saudita la condenó a recibir 90 latigazos porque, en el momento del rapto, estaba en un auto con un hombre que no era pariente suyo.
La mujer apeló el fallo y difundió en los medios internacionales su caso.
Este año, el tribunal ante el que apeló, aumentó la pena a 6 meses de cárcel y 200 latigazos.
Su abogado, un defensor de los derechos humanos, fue suspendido y afronta una audiencia disciplinaria.
Los violadores deberán cumplir entre 2 y 9 años de prisión.
En Arabia Saudita, una violación suele ser castigada con la muerte. Los jueces no la impusieron por “falta de testigos” y “ausencia de confesiones”.

Esta historia no es ficción. Es espantosamente real.
Arabia Saudita es una monarquía de jeques, que prohíben los sindicatos, los partidos políticos y las manifestaciones opositoras.
Las mujeres Sauditas no pueden manejar autos, ni votar, ni cursar las mismas carreras que los hombres. Tampoco pueden viajar ni recibir atención hospitalaria sin la autorización por escrito de un tutor masculino.
En 2002, se incendió una escuela y murieron 15 alumnas. Los “guardianes de la moral” (un cuerpo policial) no las dejaron salir ni permitieron que los bomberos las rescataran porque las niñas no llevaban el manto negro ni el chal que toda mujer debe usar en público.

La comunidad internacional no condenó estas atrocidades, ni ninguna de las violaciones diarias a los derechos humanos que comete el gobierno de Arabia Saudita.
¿Por qué?
Porque Arabia Saudita es la reserva más grande de petróleo del planeta, y con este petróleo, los jeques compran impunidad.
El principal comprador de armas es…Arabia Saudita. Y su principal proveedor de estas armas es… Estados Unidos, el imperio que se llena la boca hablando de la lucha contra el terrorismo. También está siempre muy preocupado por el dictador Fidel Castro, o el peligroso Chávez, o por los terroristas musulmanes de los países de medio oriente, excepto Arabia Saudita.
Las armas que compra el gobierno saudita son usadas para imponer su dictadura, y para mantener contenta a la potencia dueña del planeta y a los países que le sirven de sucursales.
Petróleo, armas, impunidad, terror, muerte.
A gran o pequeña escala, esta es la historia del mundo.
Un gobierno aterroriza a sus mujeres y compra silencio con petróleo.
Un conductor de un auto lujoso atropella a una nena mientras corría una picada, y compra libertad por ser de una familia adinerada.

¿Llegará el día en que digamos basta? ¿Llegará el día en pongamos las cosas al derecho?
Mundo al revés, muérete.



No te entregues.

09 diciembre, 2007

La cultura es la sonrisa...

Hoy otra vez, estoy con buen ánimo.
A pesar del mundo, de la asunción de Macri, de no encontrar aún casa para mudarnos, estoy con una sonrisa.
Es que en esta semana que terminó, me sucedieron cosas lindas, de esas que alegran el alma.
Si no les molesta, se las comparto. O al menos comparto dos de esas cosas.
La primera sucedió el sábado pasado, 1 de diciembre, en Costanera Sur.
La banda de folclore-rock “Arbolito” cumplió 10 años y lo festejó como es su costumbre, regalando su excelente música.
Llegar hasta el lugar nos fue un suplicio (vómito de Violeta, accesos cerrados por una maratón, etc.) pero una vez ahí, todo fue fiesta y baile. Ni la lluvia pudo parar el festejo.






La segunda cosa sucedió el jueves pasado, 6 de diciembre.
Hace dos años que me formo para ser actor titiritero.
Este año, así como antes, cursé el taller de la profesora Memi Campitelli que dicta en el Centro Cultural “Alfonsina Storni” en la calle Tucumán 3233. Este año la técnica enseñada fue “bocón de varilla”.
Este jueves fue la muestra anual, en la que cada taller presenta el trabajo del año, si es que eso es posible.
El grupo formado este año fué maravilloso, un nutriente para el alma, además de un talento fabuloso.
Fueron quince días de trabajo a pulmón, contra reloj, con unas ganas y un amor increíbles por este arte.
El resultado fue un espectáculo para los ojos y el corazón.











(Y acá viene el comentario político)
Estas cosas son posibles porque el gobierno de la ciudad costea los gastos de estas demostraciones culturales.

El recital fue al aire libre y gratuito.
Los talleres de los centros culturales son gratuitos y abiertos a la comunidad.
Espero, ruego, deseo que el nuevo gobierno vea y se de cuenta que la cultura no es un gasto, sino una inversión.
Y un alimento para el alma y el corazón.