29 octubre, 2007

Veneno de humanidad

Estoy en un colectivo de la línea 2 que me lleva hasta el trabajo, .
A la altura de Rivadavia al 8100, el semáforo lo para.
Se acerca a la puerta una señora que traía del brazo a un señor mayor no vidente. Y le golpea la puerta del colectivo al chofer, y este ni mira. Un señor se suma a la señora en golpear la puerta del colectivo, y el chofer como si nada. El semáforo se pone en verde y el colectivo arranca, dejando al cieguito abajo.
Las puteadas al energúmeno no se hacen esperar, y el tipo como si nada.
El infeliz desconoce (o hace que desconoce) la ley que lo obliga a parar en cualquier esquina del recorrido para el ascenso o descenso de personas discapacitadas, embarazadas o mujeres con niños pequeños.
Pero no es eso lo que me motivó a escribir estas líneas, sino la falta de compasión, de respeto al otro, de humanidad.
No hace falta una ley para que un tipo al comando de un transporte se comporte como una persona.
Por todos lados veo la falta de interés por el prójimo, y sobre todo si ese prójimo tiene algún impedimento o está en desventaja.

Los conductores de colectivos, autos, camiones, etc., que violan la luz roja, mostrando un desprecio irracional por la vida de los que caminan.
Los bancos que abren después de las diez, mientras afuera hay una cola de jubilados asándose al sol o empapándose bajo la lluvia.
La gente que no deja pasar en una cola a una embarazada o a un anciano, y que cuando alguna autoridad los adelanta en la fila, putean o resoplan, como si no hubieran nacido de mujer o no fueran a envejecer nunca.
Los que estafan a un extranjero que no habla nuestro idioma, cobrándole de más o dándole dinero falso o viejo.
Los que utilizan a los niños para mendigar.
Los que no le dan paso a las ambulancias o bomberos, porque no quieren perder 30 segundos de tiempo (ignorando que quizá, sea un familiar suyo a quién van a auxiliar o su casa la que se quema).
Los que pasan junto a un no vidente, o un anciano, o alguien con dificultad motora, que intenta cruzar una calle y ni los miran.

Abusos de poder. Poder sobre la desventaja. La desventaja de la edad, de los peatones, de la niñez, de la invalidez.
¿Estamos perdiendo nuestra capacidad de ser humanos?
¿En que momento dejamos de ser especie para convertirnos en individuos, individuales?
¿Sufrimos de un tipo de ceguera que nos impide vernos en lo otros?
Por favor, que alguien me ayude a comprender, porque juro que yo no puedo.




No te entregues.

28 octubre, 2007

Volver a lo que importa

Pasaron las elecciones. Tenemos nueva presidenta. Muchos contentos, otros no.
Listo. Pasó. Terminó.
No caben más especulaciones ni pronósticos.
TERMINÓ. ¿Se entiende?
Así que basta con los mails enseñando a votar, o haciendo campaña.
Basta de carteles en la calle, y propaganda en los medios. Basta de discusiones electorales en las mesas y reuniones.
No más acusaciones en los noticieros, ni sonrisas falsas en las fotos, ni palabras gastadas.
O sea, que podemos dar paso a lo realmente importante.

¡¡¡FUTBOL, MINAS EN TANGA Y ALCOHOL!!!


(Post de Domingo. Mañana o pasado posteo algo que valga la pena.)


No te entregues

24 octubre, 2007

PROpaganda cínica

Ayer pude presenciar un acto más de hipocresía y cinismo político.
Yo trabajo a la vuelta del cuartel general del Pro (no se como le llaman a estos lugares, pero creo que cuartel le va perfecto).
Nosotros desechamos mucho cartón, el cuál guardamos para al final del día dárselo a Cristian, un chico de 16 años que trabaja de cartonero y que todas las tardes pasa a buscar las cajas.
Ayer vino como siempre, pero traía puesta una remera amarilla con el logo del Pro en el frente, y la propaganda de sus candidatos a senador y diputado en la espalda.
-¡¿Qué hacés con eso puesto?!- le pregunté.
-Las están regalando acá a la vuelta. Nos dieron varias- .
Efectivamente, traía tres remeras más.
Las remeras se las regalaban a el y a los otros chicos cartoneros que trabajan por acá (en pleno congreso, zona de casas de telas e importadoras que generan mucho desperdicio de cartón).
Y ese es precisamente el acto de cinismo del que hablo.
Ellos, y los muchos como ellos que juntan los desperdicios de los demás, son los primeros que sufrirán las consecuencias del gobierno de Macri.
Lo dijo abiertamente el jefe de gobierno electo, ya que la basura es un gran negocio en Bs.As., y el grupo de los Macri (SOCMA) maneja gran parte de ese negocio. Ante sus ojos, los cartoneros le roban parte de sus ganancias.
Pero como estos chicos caminan de arriba a abajo la ciudad, que mejor que ellos para llevar en el cuerpo propaganda gratuita, regalándoles una remera de buena calidad que usaran con gusto (pocas veces, o ninguna, pueden darse el “lujo” de estrenar ropa), ignorando que llevan consigo, un logo de gente que los desprecia.
La ignorancia es dicha para el poder y hace uso, y sobre todo abuso, de ella.




No te entregues.

22 octubre, 2007

Sunday bloody sunday

Nos reunimos en la casa de mi hermana, en Ramos Mejía, a festejar el Día de la Madre.
Mi mamá y mi papá, mi hermana, mi cuñado y mi sobrinito de casi un año, mi señora, mi hijita y yo.
Aprovechando el lindo día, fuimos a la terraza. Y mientras los primitos jugaban y hacían todas esas cosas hermosas que hacen los bebés, los grandes nos baboseábamos mirándolos y hablábamos de bueyes perdidos y vacas encontradas.
Todo transcurrió normal, brindis, besos, fotos y todos felices.
Ya terminaba la reunión. Estábamos esperando el remis para volver a casa y como tenía una demora de 30 minutos, mi hermana y yo fuimos a la cocina a preparar un mate.
Mi hermana tiene una regla para las reuniones familiares: no se habla de fútbol (mi padres, mi hermana y yo somos de Boca y mi cuñado de River), política o religión.
Pero su marido no cumplió.
Al volver de la cocina, encuentro a mi cuñado diciéndole a mi mujer que los que compran CD’s truchos o ropa trucha, arruinan a los músicos o a los empresarios dueños de las marcas.
Mi señora tenía una leve sonrisa en la cara, esa que uno pone cuando quiere mantener el buen clima ante un comentario descolocante, mi madre mirando para otro lado y mi viejo con la mirada clavada en mi cuñado, como un tigre esperando para dar el zarpazo.
El susodicho agregó -¡Es como si yo voy a tu escuela y te saco del aula y me pongo a dar clase yo!-
Al ver para que lado iba su monólogo, y que no pensaba callarse, le dije -¿Y vos te pensás que si la gente pudiera pagar $20 un CD o $200 mangos un jean de marca no los pagaría?-
Voy a resumir los 25 minutos que siguieron.
Mi cuñado diciendo que los músicos se cagan de hambre si yo compro un CD pirata, y yo diciendo que los que los matan es la industria disquera que vende un disco a un precio para pocos, y la injusta distribución del patrimonio de un país que no me permite comprar un compact al precio de robo al que lo venden.
Ahí el flaco me saltá con -¡Entonces no pagues más impuestos. Si no compras cosas legales, evadís impuestos y para que la economía funcione hay que pagar impuestos porque estos vuelven a la gente y pagan el sueldo de maestros, policías, médicos, etc!-
Confieso que me fue muy difícil aguantar la risa ante un comentario salido de una novela de ficción.
-Si vos realmente pensás que los impuestos vuelven a la gente, entonces creo que vivís en otra realidad- (por no decir que sos un imbécil).
-¡Si los impuestos no vuelven es porque hay corrupción!- me dice, y eso me terminó de enervar, ya que no soporto a la gente necia que encima se contradice.
-¿Entonces vos decís que hay que cambiar de abajo hacia arriba? ¿Si desaparecen todos los que venden cosas truchas, se arregla todo? ¿Y el nudo de corrupción que nombraste, que está muy arriba en la pirámide de tu sistema? ¿Se deshace solo?-
Omití los comentarios xenófobos que hizo hacia los bolivianos.
Omití decir que mi viejo se prendió (ya que esperaba que alguien diga algo para saltarle al cuello) defendiendo mi posición, y que no estuvo bueno terminar así el domingo, si bien no fue una discusión agresiva, ni hubo insultos ni nada, pero sí un tono de voz cada vez más alto, sobre todo el mío (tengo ascendencia italiana, calabresa para más datos).
Por suerte llegó el remisero salvador y puso fin al tema con dos bocinazos.
¿Estoy muy equivocado?
Yo sé que lo mejor era no entrar en su juego, pero si ustedes hubieran visto como toreaba a mi señora, también reaccionarían así.
En fin, prefiero pensar en el resto del día que fue muy lindo, con mi bebita jugando un montón con su primito, y nosotros disfrutando del sol y de los sanguchitos de miga.
AHHHHH. Me olvidaba de contarles que mi cuñado tiene como 10 DVD’s truchos, y una PC con gravadora de DVD.
¿No entienden nada?
Imaginensé yo.




No te entregues.

19 octubre, 2007

Sorry che!!

Quiero pedir disculpas por no postear nada hace ya una semana.
Estoy con demasiado trabajo y las tres neuronas que sobrevivieron a mi adolescencia desenfrenada, están exaustas.
-¡Y a mi que mi**da me importan tus problemas personales!- dirán algun@s.
-¡Tenés una responsabilidad con tus miles de lectores!- dirán otr@s.
-¡AHHH, pobrecito el nene! ¡Venga con mamucha que le hace unos mimitos!- espero que digan muchas.
Yo creo que este fin de semana podré relajarme un poco y las brillantes ideas volverán a desbordar de mi cabeza e irán a caer sobre el teclado.
O no. Quizá no me relaje nada y esté peor que hoy, en cuyo caso podrán leer aquí un informe sobre como me llevaron internado al borda, y los horarios de visita.
Como el domingo es el día de la madre, supongo que estaré mas distendido disfrutando con mi madre y mi señora de un hermoso día de abrazos y tarjetas cursis y regalos.
O no. Porque todavía no le compré el regalo a mi mujer, y mi hermana se encargaba de comprar el de mi mamá y es más colgada que yo, y quizá el domingo me sorprenda sin regalos para nadie y con las terribles consecuencias que eso me puede, o mejor dicho, me va a traer.
Resumiendo, no tengo la más p**a idea si me voy a relajar lo suficiente como para escribir algo digno de ser leído.
Deseenmé suerte. O no. Hagan lo que quieran. O no. No sé.
O sí.




No te entregues.

11 octubre, 2007

11 de Octubre de 1492

El cacique sentado en la playa solo, miraba el mar.
La mirada perdida en la inmensidad celeste.
Su hijo, de 10 años y futuro líder de los suyos, estaba juntando leña a unos pocos metros. Observó a su padre y se acercó a el.
-Padre ¿puedo preguntarle qué le pasa?-
-¿Por qué cree que me sucede algo, mi hijo?-
le respondió el cacique.
-Se le nota que algo lo preocupa, y quisiera saber si puedo ayudar- apuró el pequeño.
El padre miró al futuro jefe de la tribu directo a los ojos y habló. –Siéntese aquí, a mi lado.-
Volvió la vista de nuevo al mar. – Hijo, estoy preocupado por el futuro de nuestra gente, de esta tierra. Estoy preocupado por lo que tendrá que enfrentar usted cuando crezca. Tuve una visión anoche mientras dormía.-
Contó que Yemanyá, la diosa de la mar, le confesó que sobre sus aguas viajaba la muerte.
-¡Que dice padre!-
-Así es, hijo. La muerte está llegando a nuestras tierras en botes inmensos. Lo vi todo en mis sueños. Son hombres parecidos a nosotros. Vienen con peste. Vienen con truenos. Nos esclavizarán, nos exterminarán. Dividirán la tierra y la declararán de su propiedad-
El niño se incorporó de un salto y gritó: -¡Eso es imposible padre! ¡La tierra es un cuerpo como nosotros, no se le puede apresar!-
El cacique siguió hablando como si no escuchara a su hijo –Vienen por las piedras que brillan y por ellas roerán y destruirán lo que sea necesario. Nuestra gente será humillada y prisionera caerá. Nos impondrán a un único dios, un dios que no coje, que no baila. Nos impondrán el dogma de que la propiedad es privada, y quien más tiene más es. Taparán el pasto con piedra. Matarán las aguas y el aire. No aman a la tierra, solo la consumen.-
El niño miraba con los ojos muy abiertos, como no entendiendo nada de lo que escuchaba.
-Nosotros lucharemos- , siguió el padre, -lucharemos mucho, pero ellos traen ruido y humo que mata desde lejos, y traen bestias que los llevan rápido y lejos. Nosotros viviremos expulsados de nuestros lugares, marginados y perseguidos. Seremos tratados como extraños en este mismo sitio, este donde nacimos.-
No pudo seguir contando. El llanto le tapó la garganta.
El niño abrazó a su anciano padre y le dijo, con tono suave: -No se preocupe padre. Solo fue un mal sueño. Eso que dice usted no puede suceder. No existe gente así.-
El padre levantó la vista, miró al niño. –Puede que tenga razón mi hijo. Ojalá tenga razón. Vamos para la aldea que su madre debe andar preocupada ya.-
Y mirando de reojo a la mar, volvieron hacia el caserío, esperando y deseando que el cacique solo hubiera tenido una pesadilla.


(Este diálogo bien pudo ser real, quizá un 11 de octubre de 1492)




No te entregues.

07 octubre, 2007

Mi pequeña Reina

Estoy sensiblero hoy.
Ver a mi pequeña hijita de 16 meses caminando, queriendo hablar sus primeras frases, poniéndose de sombrero un balde, pidiendo upa, o diciéndome “mamooo” (vamos) para que la lleve a dar una vuelta, me ponen las sensaciones muy a flor de piel.
Recuerdo el día del parto como si hubiera pasado hace una semana. Recuerdo hasta el olor de mi bebita cuando salió de la panza de mi amor.
Y ya pasó un año y cuatro meses. Rapidísimo.
Ese pedacito de nuestra alma (de mi señora y mío) me enseña sin quererlo, lo rápido de nuestro paso en el mundo y lo sencillo de las cosas que me alegran la vida.
Tan chiquita y tiene el poder de rescatarme de la realidad, de arrancarme lágrimas de amor.
En fin, lo que quiero decir es que si bien grandes cambios le hacen falta a este mundo para ser un lugar que nos haga bien, hay pequeñas cosas cotidianas que suelen pasar inadvertidas, pero que nos hacen sonreír si les damos oportunidad.
No voy a hacer una lista de estas cosas. Para cada uno son distintas y únicas.
Este post no parece de mi blog, pero es lo que salió.
Agradézcanle (o no) a mi pequeña Reina, que hoy me puso así, primaveral.



No te entregues.

02 octubre, 2007

La solución es el látigo

En otros tiempos, se azotaba a la gente por cualquier cosa. Parece que hasta la falta más insignificante era merecedora de latigazos.
Yo sé que esta práctica es brutal, pero tendría que volver a implementarse contra ciertas imbecilidades cotidianas, cometidas por imbéciles cotidianos.

100 latigazos a los salames que, en el bondi, se paran en la puerta como si fueran a bajar, pero no bajan. Y encima, cuando alguien se para detrás para descender, no se corren.

50 latigazos a los que escuchan el mp3 a todo volumen. Y si lo que están escuchando es cumbia, que sean 70.

500 latigazos a los que cruzan el semáforo en rojo con el auto.

30 latigazos a los que, cuando les pedís que te pasen la bebida, toman un trago o se sirven antes de pasártela.

120 latigazos a los que sacan boleto con monedas de 5 o 10 centavos.

200 latigazos a los taxistas que escuchan radio10.

40 latigazos a los que caminan mientras leen o mandan mensaje de texto, y que por supuesto chocan contra todo el mundo.

150 latigazos a los que compran por teléfono en “llame ya”. El castigo es por idiotas, porque nunca el producto que les mandan es el que vieron en televisión y lo pagan cuatro veces más que el precio al que lo venden en Once.

300 latigazos a los motoqueros y ciclistas que manejan como si estuvieran arriba de un camión con acoplado, encerrando a todo el mundo y puteando cuando los vuelan a la mierda. (Y les caben también los latigazos por cruzar en rojo)

60 latigazos a los que llaman a los gritos o chiflidos a algún conocido en la calle.

200 latigazos a los que se tiran pedos en el subte.

80 latigazos a los que van caminando por las calles del centro, y se frenan de golpe.

70 latigazos a los que salen apurados de un edificio o negocio y no miran si viene alguien.

700 latigazos a los que hablan por celular a los gritos en el colectivo, subte o tren.

Se me habrán quedado algunos azotes sin repartir, pero ya tengo el brazo cansado de tanto dar castigo.




No te entregues